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Dura, Pantaleon
La obra de Florencio
Sánchez
La obra de
Florencio Sánchez
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MATERNIDAD
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PANTALEÓN DURA
10 Cent.
2da. Edición
AL LECTOR:
El presente discurso debí pronunciarlo en el 4. 9 aniver-
sario de la muerte de Florencio Sánchez, el que organicé
con el único propósito de recolectar fondos — a la vez de
recordarlo cariñosamente, — para perpectuar su memoria por
medio de un monumento. Causas ajenas a mi voluntad, me
impidieron hacerlo; y hoy perseverante con aquella idea
lo doy a la publicidad destinando todo su producto a la rea-
lización de dicha obra.
La obra de
Florencio Sánchez
Señoras y señores :
En nombre de mi profunda y sincera admiración al pre-
claro talento del ¡asigne dramaturgo uruguayo; en mérito
de las altas emociones morales y estéticas, que el más des-
collante autor nacional supo despertar en nuestras almas;
en agradecimiento a las lecciones de moral práctica, que re-
cibimos por las intensificadas sensaciones de realidad viu-
da por Florencio Sánchez, es que me permito tomar la pa-
labra en este acto de justicia postuma.
Este mago evocador de la vida, fué un artífice ante todo
y sobre todo humano, y como tal nos mostró en la es
al hombre, con sus virtudes y sus lacras; con sus ternuras
y sus egoísmos, con sus grandezas y mezquindades; cou
variedad en fin. que es fruto de la sinceridad y pureza de
una observación fina, meditada, serena y verdadera del me-
dio ambiente.
2 PANTALEON DUTtA
La < talentoso escritor es netamente morali-
lana. Todo lo que sea humano
¡nte reli pero la reli-
encarna sus d- qo va precedida por estan-
i imágenes, ni ídol Humanidad es su único
' ■
fines que persigue tienen su origen en la concep-
ción hermosa de la vida, encarnación viviente de todas las
. los espíritus. El poder feeúñao de su
alma de artista ha hecho que lo que es teoría para los más
lentos de moral y psicología, sean para él la
¡alídad de la vida.
Con mano maestra y no ele otro modo, nos ha llevado
a la escena la verdad, el amor y el sentimiento de nuestras
almas.
au, Tolstoi. Speneer, Compayré, y todos los mora-
□ sus libros nos dicen muchas cosas de moralidad,
dándonos a entender lo que significa humanidad- pero Flo-
rencio, tiene el poder maravilloso de hacernos llorar, extre-
mecer, sentir, conmover hondamente, llegando hasta abatir
mies'. itu en presencia de su obra, para enriquecerlo
después con la sa ificadora de nuestras lágrimas.
El valor real, el que no admite réplicas dubidativas, es
el de que a nosotros mismos nos reproduce en persona para
que accionamos cinematografiando nuestros actos, nuestras
virtudes, nuestras costumbres y lo que es aún más asom-
broso: revelando palmariamente nuestro espíritu y nuestra
con ciencia.
¿Podemos negar acaso que estudiando sus obras no
sentimos una protesta interna que se manifiesta en pro o en
le sus personajes. 7 : Podemos permanecer indiferen-
tes, en la vida práctica ante un acto humano o inhumano
sin expresar nu estros sentimientos?
He aquí la grandiosidad de conceptos que palpitan en
la labor de nuestro ilustro y querido escritor, gloria de las
letras nacionales, fiel intérprete de nuestras pasiones.
Se ha discutido y se discute aún si es lícito conocer
tanto lo bueno como lo malo, para hacer lo uno u lo otro,
a fin de que no incurramos en el error de cometer tanto mal
como el que conocemos en lugar de practicar todo el bien
que necesitamos. La labor dramática tiene precisamente es-
ta particularidad, y como la obra de Florencio nos repre-
senta lo malo como lo bueno de nosotros mismos, nos fa-
LA OBRA DE FLORENCIO SÁNCHEZ 3
cuita así el cotejo palpable, evidente y convincente de la
superioridad del Lien sobre el mal, (pese a las sorpí
utilitarias que a menudo nublan la evid
dad sublime).
¡No nos es posible hacer el bien con plena concien
sin que tengamos conocimiento de lo qué es realmente el
mal! ¿Cómo combatir, c6mo orientarnos en los conflictos
que estamos pasando casi a diario en nuestros hogares, lie-
nos de prejuicios y de antago ...
Esto es lo que nos enseña su obra, éste es su
ro fundamento.
¡A las obras dramáticas los asistir eon una re-
ligiosidad tal de espíritu, que Superara de una manera abru-
madora a cuando asistimos a nuestro examen de concien-
cia, no porque tengamos qiie condenar nuestros pecados,
sino porque ,il recibir emociones tan intensas y tan es-
pansivas como las (pie nos provocan estos espectáculos, nos
siéntamos reformar lentamente, sabiamente, se« con-
vencidos de que ai «reformarnos vivimos!».
¿Cuándo llegará el momento tan deseado por estos es-
píritus superiores que nos piden demos vuelta los ojos ha-
cia adentro, para mirar en nuestro interior, para que nos
reflejemos en nuestra alma, y en nuestra conciencia?.
¿Cuándo sabremos apreciar y practicar esta magna, esta
grandiosa obra que nos pide: protección para el desvalido,
perdón para nuestros enemigos, amor para con nuestros se-
mejantes?... Actos humanos estos, que están fielmente in-
terpretados en muchas obras de ¡Shakespeare, Schiller, Ib-
sen, Víctor Hugo, Benavente, Braceo, Sudermann, Floren-
cio Sánchez, etc. etc.
Be preguntará: ¿y qué es lo que los distingue a es
seres privilegiados para que sean recordados eternamente,
convirtiéndoseles en inmortales entre los mortales.'... Es la
raizón fundamental y exclusiva de que son artistas. Artis-
tas en sus distintas manifestaciones, artistas en la palabra
y en el sentimiento.
¿Qué es un artista?. . . ¿A qué le llamamos Arte?. . . A
otros dejo la precisa y matemática definición de este comple-
jo y abstracto tema. Yo, admirador sincerp y espectador
entusiasta, sólo me atrevo a definir a los que creo artis
El escultor que por medio del buril y del martillo, ha-
ce que surja de entre las rocas el dolor y el sentimiento de
la humanidad, interpretando todas las pasiones y («míos los
4 PANTALEON DURA
gestos humanos. El pintor que por medio del color y de la
línea, reencarna a todos los seres y sus sentimientos, lie-'
gando a trazar en la tela, la realidad de la vida y la co-
pia gradual de la naturaleza y de las cosas. El músico que
por medio de sonidos y notas conmueve hondamente nues-
tra alma para hacerla estremecer de gozo y de placeres ine-
fables. El científico que estudiando los misterios de la Na-
turaleza, en su fiebre altruista, siente los dolores, las penas
las emociones de su lucha por la conquista del ideal qus lo
obsesiona. El poeta o literato que canta a la Naturaleza,
enciende a los corazones, cultiva a las inteligencias y le ha-
blan a nuestra alma. Y todos a una inmortalizando, se in-
mortalizan . Este es el Arte. Este es el Artista.
Esto es: el Arte siempre es sentimiento y sentimiento es
lo que hay en todas las obras de Florencio Sánchez.
¡ Sin embargo, lo elemental e indiscutible de estas ideas
que expuse someramente, lo vemos mal comprendidas y
peor protegidas por públicos que nos afrontan y se desrae
recen concurriendo por más de cien veces consecutivas a re-
presentaciones del calibre de «Príncipe Carnaval-», «Tu cuna
fué un conventillo» u otros saínetes por el estilo ; cosa qué
no sucede y que, en este caso sería un verdadero fenómeno
teatral con las obras de los inmortales intérpretes de las pa-
siones humanas !
Señores : No podría terminar sin expresar por medio de
una nota de dolor el cariño y respeto que tengo y siento
a Florencio, y para esto voy a dirigir mi palabra a su
nombre, sin dudar un instante de que el eco de mi voz lle-
gará hasta él como llegan hasta nosotros el murmullo de las
selvas, el canto de las aves y la fragancia de las flores.
Querido Florencio : ¡ Cuántas y cuánta veces reviviendo
los argumentos de tus dramas se me ha oprimido el cora-
zón impulsándome al llanto!... ¡Cuántas y cuántas veces,
me ha parecido verte melancólico y triste ante tu dolorosa
vida por tí ampliamente sentida!... Más hoy, con inmenso
dolor te presentas antes nuestros ojos, rígido e inmóvil sobre
el lecho de muerte, siempre triste ó acompañándote tu triste-
za al sepulcro de los fuertes !
¿Qué podríamos enviarte desde aquí si nos separa el
mar inmenso? ¿Qué podríamos depositar sobre tu. tumba o
sobre tus, restos?
¡Hoy las flores son para tí, y cuando en vida las reco s
LA OBRA DE FLORENCIO SÁNCHEZ 5
gías sobre el escenario en que se representaban tus dramas,
de los labios de todos nosotros los que admirábamos tu in-
genio brotaban palabras de elogio que siendo po tí oídas
eran acogidas con expresiva sonrisa en la que podía leerse
la tristeza de tu alma. Hoy las flores son para tí, y así
como la fragancia que desprendiéndose de ellas se pierden
entre las praderas para llegar hasta nosotros, así. . . así
ha de llegar el eco de mi voz hasta tu alma ! . . .
No son muertos, los que en dulce calma,
la paz disfrutan de la tumba fría;
muertos son los que tienen muerta el alma
y viven todavía».
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Maternidad*'
(Junto. a un busto escultórico).
Su autor es el escultor uruguayo Pablo Maná. En torno
suyo numeroso público la contempla, y ella, sin separar los
labios del fruto de su amor, nos habla. Su voz me acom-
paña. Por décima vez la escucho en silencio. La intensa
emoción que embarga a mi alma, me obliga expresar lo que
de ella he sabido.
Oidla . Es ella quien habla :
«Soy la que tú conoces. Mi nombre es común. Habito
en todos los lugares. Mi reino es interminable. Mi vida es
parte de la tuya.
«Cuando pongo en descubierto mi alma, — cosa que ha-
go a diario — dejo traslucir en cada uno de mis actos una
eola que intensifica mi amor inmortal. ¡V bien sabes
tú cómo lo hago!... Mi espíritu se transporta a otras re-
giones y en ellas recibo la luz divina que vivifica mi exis-
tencia. Entonces, cierro los ojos, estrecho entre mis bra-
i esta parte de mí misma, poso los labios en su frente,
en su mejilla, en su boca, y así permanezco las horas, ios
días, los meses, los años... sin separarme nunca del hijito
a quien tanto idolatro.
«Mi amor es único. Imposible imitar. Sólo se siente;
y el que lo comprende, nunca se atreve a compararlo.
MATERNIDAD <
«¡Y bien sabes tú, cuánto he sufrido!... De ello, ja-
más me arrepiento. Así como me ves, sé morir, estrechando
entre mis brazos a mis hijos hombres.
«¡Durante mi largo sueño, bajo la loza fría, recibo
en silencio el calor de los míes: y por la noche, velo incan-
sable la flor de mi vida ! . . .
«Años tras años, a mis hijos recuerdo, y ellos me lla-
man: ¡Madre!... ¡Madre adorada!... Ven. ¡Escucha tan
sólo un instante, a quien tanto te ama!...
«Y tú, bien sabes cuál es mi consuelo. ¡A veces mis
ojos se IJenan de lágrimas!... Entonces recuerdo las otras,
— no mías — vertidas por mí, y con ellas se alivia mi
alma. Son las de mi madre que a su vez ansiosa acude a
mí, buscando en mi sueño consuelo para ella.
«Cierro los ojos mirando hacia dentro y siento que
alguien golpea en mi pecho. Oprimo los labios, orotan mis
besos, y así paso las horas, los días, los meses, los años;
estrechando entre mis brazos la flor de mi vida, el fruto
a quien amo.
«Sonriendo me mira. Yo cierro los ojos y abrirlos no
puedo. Mi alma en ellos, traspasa sus sienes. El ríe, yo llo-
ro, sin que mis lágrimas se asomen de nuevo, y vertidas
agrandan el lago que llevo por dentro.
«Tú sabes, como le adoro ! Todo mi ser revive de nuevo
teniendo entre mis brazos a este angelito que + anto idola-
tro . . .
¡ Oh vida, vida adorada ! . . ¡ Que hermosa eres ! . . . ¡ Cuán-
to te debo !. . .
«Y vé como en torno mío se cobijan los se^e^ queridos
que pueblan la tierra. Ninguno se olvida, que yo le acompaño,
ansiosa de gloria y llena de amor por toda la vida.»
Así me habló la imagen.
Marzo 28 de 1916.
Pantaleón Dura
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Esta ultima obra se estrenará en breve ■■.. »"„
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PQ Dura, Pantaleon
8519 La obra de Florencio
S^Z65 Sánchez
1916